Sobre la masacre en Salvatierra.

Vivimos en país donde un malandro puede quitarte la vida ante cualquier capricho, ya no es una cosa de que “se maten entre ellos”, ahora son ellos los que nos pueden matar a la menor provocación.

Recapitulemos: llegaron unos indeseables a una fiesta a los que les pidieron que se largaran, minutos después regresaron con la firme intención de acribillar a la fiesta entera, ¡mátalos a todos, a la verga!, ¡mátalos a todos, a la verga!, dicen testigos que gritaron los sicarios.  Algo falló, eso que se llama sino, destino, universo, suerte, algo falló y “solamente” mataron a 12, se salvaron los que se escondieron, los que esquivaron la metralla, los que no les tocaba.

Seguro van encontrar algún culpable de tres pesos, un chivo expiatorio para salir del paso, un lavamanos, pero el infierno no se apaga con bengalas, ¿cuánto falta para hablar de la siguiente tragedia?, ¿cuánto para volver a sentirnos impotentes ante lo salvaje?,  ¿Se acuerdan que hace apenas unas semanas mataron a golpes a un señor en la Ciudad de México por un incidente de tránsito?, sí ¡por una pendejada!

Agarraron a los cabrones asesinos en flagrancia y para sumarle más tragedia: eran un padre con su hijo, papi enseñando a junior como matar a golpes al que ose cerrarles el paso. Al menos, ahí se hizo un poco de justicia, tata y retoño se van a pudrir un buen rato en la cárcel.

Pero, en día a día no hay justicia, hay ruido, politiquería de todos los días, gritos desgarrados de hipocresía de los que hacen grilla sobre los cadáveres.

Y ya da igual, nuestra la clase política es, casi toda, igual de idiota, de incapaz, de indolente, son todos, casi todos, son ojetes.

Y mientras uno con terror, atenido a la suerte de no toparte con una maldita bestia que te arranque la vida por cualquier estupidez.  Salvatierra nos hundió un escalón más en el tártaro, Salvatierra nos volvió a joder.

Pero a muchos, quizá a la mayoría del país, la cosa les vale madre, que nadie los atribule con la jodida realidad, ya la empatía es cosa huele rancio.

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En fin, solo quería escribir un poco sobre Salvatierra, descansen en paz 12 vidas que no hacían mal a nadie, 12 esperanzas apagadas.  Gracias por leerme.

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