¿Cómo debería ser una verdadera guerra contra el narco?

Es un lugar muy común decir que la violencia solo engendra más violencia, pero cuando hablamos de combatir al narcotráfico esta resulta una verdad ineludible.

¿Cómo debería ser una verdadera guerra contra el narco

Los esfuerzos o estrategias para combatir al narcotráfico en México siempre se han reducido al reforzamiento de la seguridad. Donde ocurren asesinatos o zonas de conflicto se destina al ejército para vigilar y apaciguar las zonas. ¿El resultado? Más violencia.  Estas estrategias son tan limitadas que terminan siendo inútiles.

La razón fundamental de este fracaso está en su corto alcance de miras, se pretende combatir mediante violencia a un fenómeno que desde hace muchos años asienta su fortaleza ya no en sus calibres, sino en la conquista de cada vez más espacios de la vida pública.

Por una cuestión de inercia y sentido común, más que por el resultado de una mente maestra, los narcotraficantes entendieron en algún momento de finales del siglo XX que sus armas y drogas no serían suficientes para obtener lo que deseaban. Entonces empezaron a penetrar en los espacios y han llegado a todos los lugares importantes de nuestras vidas -al menos de una sociedad como la sinaloense-.

Están en la intimidad de nuestras celebraciones con su música. En el comedor y en la cocina de nuestra casa comiendo nuestra comida y les llamamos nueros o hijos. Deciden que es lo que nosotros debemos de decidir: participan e interfieren en las designaciones de nuestros candidatos y representantes. Nos sirven la comida en sus restaurantes de lujo y nos garantizan diversión en sus centros nocturnos. Han configurado nuestros anhelos y deseos creándonos modelos a seguir.

Más allá de señalar nuestra complicidad y nuestra más suicida resignación, me interesa referir la falta de oposición o resistencia. No hay nadie diciendo o señalando lo que verdaderamente son, generandomedidas o acciones paralalelas que revelen a la carne de cañón -que son los jóvenes- la posibilidad de otras formas de vida y otras formas de ganársela.

Por el contrario, hemos creado argumentos para defender la difusión y Presentación en lugares Públicos de figuras apologistas al narcotráfico arguyendo la libertad de expresión. Sin reparar que esas personas a las que elogian estas figuras no respetan nada, mucho menos la vida de los otros, y que sin importar también matarían a ese que los defiende y apologiza.

O incluso hemos caído en el absurdo reduccionista de afirmar que los narcotraficantes asesinan y envenenan porque fue la única manera que tenían de escapar de una muerte por desnutrición. Por favor, eso es tan absurdo como decir que todos los pobres son narcotraficantes. O todos los que pasamos violencia,http://sitl.diputados.gob.mx/LXV_leg/iniciativas_diputados_xperiodonplxv.php?dipt=35 falta de oportunidades, hambre y dificultades económicas decidimos empuñar un arma y salir a envenenar el mundo y a nosotros mismos.

El narcotráfico dejo, desde hace varios años, estar motivado por cuestiones económicas o como resultado de un problema de seguridad, el narcotráfico se ha convertido en un fenómeno cultural e identitario. Para muestra un botón: el cantante más escuchado a nivel mundial es un apologeta de narcotraficantes.

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Es por eso por lo que pueden matar y operar con tanta facilidad. Al final no hay nada que les pueda decir o hacer una sociedad -ya conquistada por ellos- por haber secuestrado a cinco jóvenes, obligarlos a matarlos entre sí y difundir un video al respecto.    Todos conocemos al menos a alguien que se dedica al narcotráfico o es consumidor de drogas. Nuestra vida esta sitiada por ellos.

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