El clima de ingobernabilidad que desde hace cuatro años se vive en Jalisco, se desbordó este 2021 con las masacres.
Fosas clandestinas y atentados perpetrados por el crimen organizado. En la cruenta disputa por el territorio, la entidad tapatía se convierte en otro Tamaulipas, Guanajuato, Michoacán o Baja California. En 2017, informes de inteligencia del gobierno estatal revelaron que Jalisco arrastraba una guerra entre dos cárteles: Nueva Plaza y Jalisco Nueva Generación.
El primero surgió ese mismo año, pero fue hasta 2018 que su nombre sonó con fuerza y lo hizo con uno de los casos que más ha conmocionado a la entidad. Tres estudiantes de cine, Salomón Acevez, Jesús Daniel y Marco Ávalos, secuestrados en Jalisco fueron asesinados y disueltos en ácido sulfúrico por el Cártel Jalisco Nueva Generación, que los atacó al confundirlos con integrantes del Cártel Nueva Plaza.
Al momento del crimen, las víctimas se encontraban en una cabaña rodando un filme. El inmueble había servido como casa de seguridad al Cártel Nueva Plaza, informaron las autoridades. El aterrador suceso destapó la guerra que ambos grupos criminales libraban.
La fundación Insight Crime señala que el Cártel Nueva Plaza está formado por desertores del CJNG. El punto de quiebre entre ambas organizaciones ocurrió tras la ejecución del operador del cártel de las cuatro letras apodado el Colombiano, en marzo de 2017.
Carlos Enrique Sánchez Martínez, alias el Cholo —quien fue ejecutado este jueves por presuntos sicarios del CJNG—, estaría detrás del asesinato del Colombiano.
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El Cártel Nueva Plaza es, supuestamente, financiado por la organización sinaloense que lidera Ismael el Mayo Zambada, que al igual que los antiguos socios del Mencho, pretende terminar con el CJNG y tomar el control de los territorios bajo su poder.