A Televisa se dirigía el ex comisario Javier Herrera Valles cuando fue interceptado violentamente y “presentado” en la SIEDO. Después fue arraigado gracias a la falsa delación de Martínez Rocha.
Iba a contarle a Denise Maerker, entre otras cosas, cómo el lunes 10 de noviembre, cuando tomaba un café en un restaurante de la Zona Rosa, unos 20 sicarios enviados por la propia PFP y la SSP lo iban a ejecutar. Hubo contraorden porque en ese momento se entrevistaba “con una mujer de pelo corto y vestido rojo”, detalló un agente que supo del intento de “barrerlo”.
Esa mujer era la periodista de Reporte Índigo en ese entonces Anabel Hernández, quien acababa de publicar el libro Los cómplices del presidente con las fotos de Juan Camilo Mouriño, Genaro García Luna y Felipe Calderón en portada. Aunque impunemente han sido asesinados otros altos mandos federales, entre ellos Eusebio Millán Gómez e Igor Labastida.
Hubiese sido un escándalo con un casi imposible control de daños atacar a la escritora que recién había destapado corruptas e ilegales complicidades desde la Presidencia y aún antes, precisamente con el fin de que el grupo calderonista se hiciera del poder presidencial a cualquier costo.
Javier Herrera Valles era seguido y su teléfono intervenido. Recibió amenazas de muerte antes y después de reunirse con la periodista. Comenzaba a circular Los cómplices del presidente, libro en el que Anabel relata un cónclave en un elegante restaurante en donde generales del ejército habrían entregado pruebas escritas y gráficas del presunto
involucramiento de García Luna y su gente de confianza con capos del cártel de Sinaloa, específicamente los Beltrán Leyva. Juan Camilo Mouriño recibió la documentada denuncia semanas antes de la toma de posesión de Calderón y su gabinete. Los mandos castrenses también habrían entregado grabaciones de llamadas telefónicas entre funcionarios policiacos y narcos en el momento en que “pactaban y negociaban”.
Un adelanto del libro fue publicado por la revista Proceso, en cuyas páginas aparecen datos de una denuncia entregada al Congreso por policías inconformes narrando un episodio ocurrido en octubre en Morelos, donde García Luna fingió un ataque a su escolta para poder entrevistarse sin testigos, durante cuatro horas, con “un alto capo de las drogas”.
Puesto que Javier Herrera Valles, ex comisario general de la PFP, ha dado públicamente la cara para denunciar a García Luna, se imputa estar detrás de estas gravísimas acusaciones en contra del funcionario que pretende unificar a las policías de la PGR, la SSP y las Fuerzas Federales de Apoyo bajo su mando único.
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Antes había sido capturado Arturo Herrera Valles, hermano del ex comisario denunciante. A otro hermano se le retiró su salario, su hijo fue removido y recibió intimidaciones telefónicas en su propio domicilio, como también reveló en nuevos escritos a Los Pinos.