La década del Cártel Jalisco Nueva Generación, “¡Pura gente del Mencho! ¡Arriba el señor Mencho!”

En un video, una mujer de la tercera edad es interrogada por sicarios del Grupo Élite del Cártel Jalisco Nueva Generación. La tienen con los ojos vendados.

La década del Cártel Jalisco Nueva Generación, “¡Pura gente del Mencho! ¡Arriba el señor Mencho!”

La acusan de vender la droga conocida como “jale azul”.  Ella recomienda a la gente que trabaja para el Cártel de Santa Rosa de Lima “que se quite de eso” porque el líder de ese grupo criminal, José Antonio Yépez, El Marro, “a mí ya me dejó sola”.  El que la interroga le pregunta si ya le quedó claro “quién manda aquí en Guanajuato”. Ella contesta: “El Cártel Jalisco Nueva Generación”.

En una nueva imagen la mujer aparece descuartizada. Al lado hay un mensaje: “Esto me pasó por no entender que todo Guanajuato ya tienen dueño y la única empresa que manda es el CJNG del señor Mencho y vamos por ustedes”.

Es julio de 2020.

Dos meses más tarde el CJNG hace correr el video de la tortura a un hombre que yace semidesnudo en el piso. Un sicario le oprime la cabeza con el pie mientras otro le abre el pecho con un cuchillo. Ante los desgarradores aullidos de la víctima, el sicario dice: “Pa’ que vean que así somos los jaliscos… los vamos a exterminar a todos”. El sicario mete la mano en el pecho de la víctima, le saca el corazón y lo comienza a comer mientras se oyen risas y gritos: “¡Pura gente del Mencho!”.

A mediados de año aparecen en Cancún bolsas negras con restos humanos. Corresponden a una mujer: una venezolana que trabajaba como conductora de Uber. Su cuerpo ha sido desmembrado. El narcomensaje abandonado junto a ella va dirigido a los rivales en Cancún del CJNG: el Cartel del Noreste.

A los pocos días se difunde un video en el que unos 80 integrantes de la organización del Mencho posan con uniformes, chalecos antibalas, cascos, lentes protectores, camionetas blindadas y armas de alto poder. “¡Pura gente del Mencho! ¡Arriba el señor Mencho!”, gritan.

Un par de meses más tarde, en Zacatecas, el CJNG pone a circular un video en el que sicarios descuartizan viva a una mujer, “por andar de mugrosa”. Mientras la víctima pide piedad a gritos, los sicarios le cortan los brazos, luego el cuello, finalmente las piernas.

Los videos son parte de la estrategia de terror de un grupo criminal que hace una década formaba parte del círculo de seguridad del narcotraficante Ignacio Coronel, abatido en julio de 2010, y del que hoy nadie sabe a ciencia cierta en cuántos estados actúa, en cuántos tiene presencia, cuántos se hallan bajo su control. Agencias de seguridad mexicanas y estadounidenses sostienen que 17, que 19 o que 24. La DEA dice haberlo detectado en 27.

El Cártel Jalisco avanzó aprovechando los golpes que el gobierno mexicano propinaba a otras organizaciones criminales. Muy probablemente por corrupción, su expansión fue implacable durante el sexenio de Enrique Peña Nieto: tendió redes desde el Cono Sur hasta Canadá, e incursionó en Asia, Europa y Oceanía. En Estados Unidos se le consideró el cártel más rico y más poderoso del mundo.

Actualmente controla la mayor parte del litoral del Pacífico, en especial los puertos de Lázaro Cárdenas y Manzanillo, y ha tendido una red que se extiende a lo largo de ambas fronteras.

Pelea y posee las principales rutas interiores que conducen al norte del país y ha instalado “oficinas” en el estado de Veracruz y otras ciudades del Golfo.

Su estrategia fue controlar a través de franquicias a las mafias locales. Convirtió en adictos al “cristal” a sus sicarios. Involucró a menores y mujeres en las actividades delictivas. Estableció campamentos de entrenamiento en los que sus sicarios se entrenaron para hacer carnicerías, y emuló las masacres de los Zetas.

Destrozó cárteles dominantes, recogió la pedacería criminal que fue quedando tras la desarticulación de grandes grupos criminales –Zetas, Templarios, Familia Michoacana…–  y lanzó a sus células al secuestro y la extorsión.

La consigna: no tener respeto por la vida de nadie.

El CJNG ha dejado huellas incontestables de su presencia en Colima, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Veracruz, Aguascalientes, Puebla, Nayarit, Guerrero, Morelos, el Estado de México, Baja California, Quintana Roo, Sonora, Chihuahua, Querétaro, Hidalgo, Oaxaca, Tabasco, Nuevo León y la Ciudad de México (en donde, además de atentar contra el secretario de Seguridad Ciudadana, en unos meses dejó rastros en seis alcaldías).

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Se estima de los homicidios dolosos cometidos en México este año más de 10 mil estuvieron directamente relacionados con las guerras del Cártel Jalisco.  Este grupo cierra en 2020 una década de expansión avasallante: dejando estados enteros cubiertos de sangre, es hoy por hoy la mayor pesadilla para millones de ciudadanos, y el mayor desafío para el Estado mexicano.

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