‘El Mayo’ se quedó con el imperio de ‘El Chapo’ pero no quiere que nadie lo sepa

Los árboles, matorrales y caminos de tierra en una humilde ranchería en el este de Culiacán se agitaron por las hélices de un helicóptero Black Hawk artillado.

'El Mayo' se quedó con el imperio de 'El Chapo' pero no quiere que nadie lo sepa

Que sobrevolaba a poca altura. Sosteniendo rifles de asalto, marinos mexicanos se asomaban buscando francotiradores, vigías o caravanas de camionetas con pistoleros del cartel de Sinaloa. Todos eran sospechosos, incluso policías y efectivos del Ejército.  Muy pocos sabían que aquel 13 de febrero de 2014 el objetivo de ese comando era Ismael ‘El Mayo’ Zambada, un capo con un récord difícil de batir: 55 años en el narcotráfico y ni un solo día en la cárcel.

Los militares irrumpieron desde el aire en el bastión de la organización criminal más poderosa del mundo poco después de que el líder de ese operativo de captura, Víctor Vázquez, un agente especial de la Administración para el Control de Drogas (DEA), recibió las coordenadas de la finca en una comunidad de Sinaloa donde creían se ocultaba ‘El MZ’, como también le apodan al narco.

Unos 100 marinos que un mes antes instalaron en completo sigilo un campamento en La Paz, en el estado de Baja California Sur, fueron a cumplir la peligrosa misión en cuatro Black Hawks que volaron en formación de combate. Cruzaron el Mar de Cortés enfocados en ‘El Mayo’, pero cuando descendieron en su guarida ya había escapado.

“Llegamos y registramos el rancho”, relató Vázquez el 16 de enero durante su testimonio en el juicio a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, el antiguo socio de Zambada y quien ahora enfrenta una condena de cadena perpetua. Dos videos que el oficial de la DEA tomó con una cámara GoPro que colocó en su casco fueron mostrados en la corte federal de Nueva York confirmando aquella vez que casi atrapan a uno de los fundadores del cartel de Sinaloa.

En la primera grabación se observa la llegaba del helicóptero cargado de marinos a una ranchería de Culiacán y, en la segunda, se les ve registrando una casa dentro de la finca. Sin lujos, la vivienda tenía tres recámaras, en una de las cuales encontraron una gorra de béisbol que pertenecía a ‘El Mayo’. Arrestaron a las personas que cuidaban la propiedad.

“Buscamos evidencia o algo que me dijera que estuvo ahí, cuándo estuvo ahí. Si los baños habían sido usados, si estuvo ahí y se fue”, describió el agente antinarcóticos, mientras se proyectaba en la corte su grabación en la que fue recorriendo el interior de la casa y luego sale.

La operación no terminó ahí. En los siguientes dos días le siguieron la pista a los más allegados del capo, logrando detener a dos y confiscar cientos de armas. Ese fue el último intento de ese grupo de élite de la Marina y de la DEA para capturar al escurridizo Zambada: ya se había corrido la voz de que militares andaban tras los jefes del cartel y su presencia en Culiacán se tornó aún más peligrosa.

El comando decidió reagruparse al norte, en Topolobampo, donde se enfocaron en otro fugitivo en su lista negra: ‘El Chapo’. El 17 de febrero de ese año lo siguieron por varias casas de Culiacán, pero huyó por un túnel que surgía desde una tina de baño. Sus acciones continuaron hasta que lo arrestaron en el Hotel Miramar de Mazatlán la madrugada del 22 de febrero. Era la segunda vez que el capo terminaba bajo custodia.

Antes de que Guzmán se fugara en 2015 del penal El Altiplano en el Estado de México, otra vez por debajo de la tierra, el agente Vázquez se fue del país con la medalla que lo reconoce como el oficial que lideró una de las capturas de ‘El Chapo’. Y Zambada volvió a quedar en la lista de espera de la DEA.

“Me agarran si me estoy quieto”
‘El Mayo’, de 71 años y por cuya captura se ofrecen 5 millones de dólares, sigue reinando en el negocio de las drogas desde un segundo plano, como lo ha hecho desde la década de 1970, según oficiales federales que hablaron en el tribunal de Brooklyn.

Le ha beneficiado el bajo perfil, su preferencia por la vida en el campo, su capacidad negociadora y la notoriedad que han ganado otros nuevos capos. El título de ‘El nuevo Chapo’ no lo tiene él, sino Nemesio Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’, el temido líder del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el grupo delictivo de más rápido crecimiento en México y Estados Unidos.

Quien encabeza la lista de fugitivos de la DEA es Rafael Caro Quintero, vinculado a la muerte del agente antinarcóticos Enrique ‘Kiki’ Camarena en 1985. Por este ofrecen una recompensa de 20 millones de dólares, dos y cuatro veces más que por ‘El Mencho’ y ‘El Mayo’, respectivamente.

Alumno destacado de la vieja escuela del narco, Zambada le dijo en 2010 al periodista Julio Scherer que hasta ese momento cuatro veces estuvo a punto de ser detenido por las autoridades, pero lo salvó su conocimiento del terreno. No lo atraparon ni siquiera siguiéndolo con helicópteros.

“Hui por el monte, del que conozco los ramajes, los arroyos, las piedras, todo. A mí me agarran si me estoy quieto o me descuido (…) El monte es mi casa, mi familia, mi protección, mi tierra, el agua que bebo”, describía a detalle su guarida, las tupidas montañas de Sinaloa.

Pero ‘El MZ’ recién estuvo donde no le gusta, bajo los reflectores. Durante 11 semanas consecutivas, en casi todas las audiencias del juicio a su compadre ‘El Chapo’, lo mencionaron sin parar testigos, agentes, fiscales y abogados. En la corte, muy seguido se proyectaron dos fotos suyas: la que le tomaron en la entrevista con Scherer, que lo captó con gorra y bigote; en la otra se le ve más joven y afeitado.

Su nombre acaparó los titulares de los medios de comunicación en el arranque del proceso penal, porque el abogado de Guzmán, Jeffrey Lichtman, aseguró que aquel había pagado sobornos millonarios a los expresidentes mexicanos Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón para que lo dejaran trabajar.

La estrategia de la defensa, de hecho, se basó en argumentar hasta el cansancio que el verdadero jefe del cartel de Sinaloa era y es Zambada. ‘El Chapo’, se afirmó, “no controlaba nada”. El mismo Lichtman señaló en su último monólogo en la corte: “A medida que crecía el perfil y la notoriedad de Guzmán, más atención recaía en él (por parte de las autoridades) y menos recaía en Zambada”.

Las muertes de ‘El MZ’
Su propio hijo Vicente Zambada Niebla, alias ‘El Vicentillo’, y su hermano menor Jesús ‘Rey’ Zambada, fueron testigos estrellas de la Fiscalía federal. Ellos contaron varias anécdotas desconocidas sobre su pariente y jamás ocultaron su perfil sanguinario, ni que tenía el poder del cartel.

‘Rey’, quien era su lugarteniente en la Ciudad de México, contó su colaboración para que Guzmán se fugara en 2001 de la cárcel de Puente Grande, en Jalisco, escondido en un carrito de lavandería. Y dijo que lo protegió en una mansión en la Ciudad de México cuando lo buscaban hasta debajo de las piedras. En la ruina económica, ‘El Chapo’ se reinventó gracias al respaldo de su eterno compadre.

“Mi hermano le dijo: vámonos a Sinaloa, yo tengo el control allá, vamos para tu tierra”, relató ‘El Rey’, el primer capo que habló contra Guzmán, a mediados de noviembre. “No te preocupes, todo está listo para trabajar; lo que necesites cuente con ello, tenemos equipo”, le insistió palmeándole el hombro.

Sus biógrafos dicen que ‘El MZ’ prefiere conversar que jalar el gatillo; sin embargo, en el tribunal de Brooklyn se revelaron algunos asesinatos que él habría ordenado. Algunos los consultó con Guzmán.

Su hijo mayor, ‘Vicentillo’, quien era un importante operador financiero de la organización, contó la vez que su padre y ‘El Chapo’ pidieron que mataran a Julio Beltrán, un lugarteniente del cartel que les dijo “pinches viejos” que ya no tenían nada que hacer en el negocio y que ya estaban acabados.

También dijo que ambos dieron luz verde para la ejecución de Rodolfo Carrillo Fuentes, del cartel de Juárez, un hecho que desató una sangrienta guerra entre ambas organizaciones hace una década.

Por su parte, el capo colombiano Jorge Cifuentes, otro testigo, mencionó que ‘El Mayo’ estuvo detrás de la muerte de su paisano Humberto Ojeda, alias ‘Robachivas’, solo porque no mostró sus respetos tras el fallecimiento por una cirugía plástica de Amado Carrillo Fuentes, alias ‘El Señor de los Cielos’ y líder del cartel de Juárez. Ojeda estaba más preocupado en la construcción de una mansión en Culiacán.

Cifuentes mencionó que cuando le reclamó a Zambada que había matado a “un buen hombre”, aquel le respondió enfadado: “Si volviera a nacer lo mataría de nuevo”.

De su clan, ‘El MZ’ sufrió una baja sensible: su hermano Vicente Zambada García, quien no estaba relacionado con el narcotráfico, fue asesinado a balazos por los hermanos Arellano Félix afuera de su casa en Cancún.

“No se metía en negocios malos, vivía bien. No usaba arma, vivía una vida sociable estable y los Arellano Félix fueron a matarlo a la puerta de su casa”, contó ‘Rey’ ante el jurado.

‘Rey’ Zambada dijo que ‘El Chapo’ vengó esa muerte coordinando la ejecución a tiros en 2002 de su enemigo más despiadado, Ramón Arellano Félix, en Mazatlán.

“Papá, te quiero mucho”
Después de la extradición de Guzmán, ‘El Mayo’ pasó otra prueba de fuego: ganó una lucha interna entre los hijos de su exsocio, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo, y un pez gordo del cartel, Dámaso López Núñez, alias ‘El Licenciado’ y su hijo. Los últimos perdieron y ahora están en prisiones de EEUU.

Asentadas las aguas, el capo retuvo el control de las operaciones más importantes del grupo y dejó otras responsabilidades menores a los hijos de Guzmán. Todo volvió a su cauce: aunque ‘El Chapo’ estuvo preso en Manhattan los enormes cargamentos de droga siguieron cruzando la frontera.

“Soy ‘El Mayo’, estoy presente/ aún tengo la plaza sinaloense/ así es que no quieran brincarme/ porque van a hacer enojarme/ aún tengo mucho cerebro/ larga vida para entrarle”, advierte un corrido.

Sobran las canciones norteñas que “hablan” por este narcotraficante, aunque su voz es un misterio. Jamás se han publicado audios suyos. El Departamento de Justicia (DOJ), empero, tiene registrado su tono de voz: coordinó dos llamadas telefónicas con su hijo ‘Vicentillo’ ya preso en EEUU.

Es posible que haya charlas y mensajes de texto suyos entre las 1,500 comunicaciones del cartelque interceptó el FBI a través de un técnico colombiano que se volvió informante. Ese material no se mostró en el juicio de Guzmán.

“Papá, ¿cómo estás? Bien, te quiero mucho”, resumió ‘Vicentillo’ ante el jurado esas conversaciones con su padre en abril de 2012 que escuchó la DEA. “Me dijo que me iba a ayudar (…) El mensaje era cómo estaba, saludos, que le echara ganas”, continuó el hijo del capo.

Sus herederos tras las rejas
En total, tres hijos de ‘El MZ’ están presos: a finales de 2014 elementos del Ejército mexicano detuvieron en la zona de El Salado, en Sinaloa, a su hijo Ismael Zambada Imperial, alias ‘El Mayito Gordo’.

Y en noviembre de 2013, en una garita de Nogales, Arizona, fue arrestado su hijo estadounidense Serafín Zambada, quien en marzo de 2018 fue condenado a cinco años y medio de prisión.

Tanto ‘Vicentillo’, como Serafín, han descrito lo difícil que ha sido ser hijos de ‘El Mayo’.

El primero contó en la corte la vez que su padre lo envió a negociar un trato de paz con los Arellano Félix, quienes casi lo asesinan a balazos.

“Era y es una de las personas más poderosas de México”, describió a su padre.

A través de una carta que le envió al juez federal en San Diego, California, que lo sentenció en su caso por importación de drogas el año pasado, Serafín aseguró que tampoco le fue bien siendo un Zambada.

Relató que en una ocasión trataron de asesinarlo colocando un carro bomba que estalló frente a su casa en Culiacán, que los enemigos de su padre mataron a sus abuelos maternos, que varios adolescentes fueron ejecutados en Tijuana solo porque jugaban fútbol con él y que incluso sus padrinos de bautizo -los Arellano Félix- se convirtieron en sus verdugos.

«Desde 1992 hasta el año 2000, los días fueron difíciles y sangrientos, y (hubo) una guerra estúpida y sin sentido donde muchas familias fueron destruidas», escribió Serafín en las cartas, en las cuales aseguró que siendo niño «viví en una jaula de oro con lujos inútiles”.

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