NUEVA YORK.- Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, su exsocio Alex Cifuentes y una mujer en una fotografía tomada en algún lugar de la sierra de Sinaloa por los años 2008.
El capo colombiano Alex Cifuentes trabajó tan cerca con el narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán que durante al menos tres años se fue a vivir con él en la sierra del Triángulo Dorado. Es 10 años más joven que el capo del cartel de Sinaloa, pero ambos hicieron una buena mancuerna delictiva.
Los recuerdos de aquella época quedaron reflejados en las miradas cómplices, las sonrisas y hasta un guiño que Cifuentes le hizo a su viejo amigo cuando este jueves se volvieron a encontrar en la corte federal de Brooklyn. El gesto de los dos no cambió ni siquiera tras su demoledor testimonio de tres horas en el cual aseguró que Guzmán “era el jefe” de la mayor organización de tráfico de drogas del mundo.
“Me describía como su secre (secretario), su brazo derecho y su brazo izquierdo”, dijo orgulloso Alex Cifuentes refiriéndose a su labor en el cartel de Sinaloa, que incluía comprar, transportar y distribuir drogas en Estados Unidos, así como adquirir armas, comprar ranchos en Centroamérica y ser traductor de ‘El Chapo’ en múltiples reuniones. Le ayudaba -pues- en todo.
“Viví con él en las montañas”, afirmó el exnarcotraficante de 51 años antes de que la Fiscalía federal presentara al jurado una foto en la que aparecen él y Guzmán con uniformes de tipo militar. Cifuentes, cuya estatura es más baja que la de ‘El Chapo’, le abraza con la mano derecha, mientras el otro sonríe viendo directamente a la cámara. También está una joven con una blusa blanca.
Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, su exsocio Alex Cifuentes y una mujer en una fotografía tomada en algún lugar de la sierra de Sinaloa. Crédito: Departamento de Justicia (DOJ)
Era el vestuario habitual de la dupla que por varios años metió en aprietos a las autoridades de varios países. Pero este miércoles Alex Cifuentes, quien fue extraditado en 2016 a EEUU tres años después de su arresto en Colombia, portaba un uniforme de reo de color azul marino y Guzmán, un elegante traje y una corbata.
“Es la primera vez que lo veo de traje”, expresó Alex Cifuentes haciendo reír a varios presentes en el tribunal.
Las reuniones en las montañas
Cifuentes en todo momento se refirió a ‘El Chapo’ con mucho respeto, como si aún fuese su jefe. Varias veces le dijo ‘el señor Guzmán’ y en dos ocasiones contó que le ayudó en algo “muy amablemente”.
Cuando una fiscal federal le pidió en el interrogatorio que mencionara cuántas veces había conversado con el acusado, Alex Cifuentes dijo que “muchísimas” veces en charlas “cortas y largas”, por “teléfono, radio y cara a cara”. Por una razón que el cooperante aún no ha revelado, decidió irse a vivir al Triángulo Dorado, donde estuvo entre el otoño de 2007 y la primavera de 2009.
Si bien el gobierno estadounidense lo considera parte de una organización criminal liderada por su familia, que estuvo ligada al infame Pablo Escobar, este se consideraba parte del cartel de Sinaloa.
“Trabajé para el señor Guzmán. Le compraba drogas y se las vendía”, detalló en el primer día de su testimonio que continuará el próximo lunes. Durante tres horas, el capo colombiano describió varias reuniones que tuvo con ‘El Chapo’ desde 2002, luego que su hermano Jorge, quien ya estuvo en el estrado de la corte de Brooklyn, le pidió que le representara haciendo un trato con el sinaloense.
“Era para hacer una sociedad de montar 5,000 kilogramos de cocaína en un barco atunero que tenía el señor Joaquín Guzmán Loera o tenía el acceso de conseguirlo”, contó. Aquel encuentro ocurrió en un criadero de avestruces ubicado en las afueras de Culiacán y también estuvo Dámaso López Núñez, alias ‘El Licenciado’ y quien también podría testificar contra su expatrón.
Al finalizar la conversación sobre ese acuerdo criminal, Cifuentes le hizo una sugerencia que sorprendió a Guzmán: que aprendiera a pilotear helicópteros para ser él mismo quien tomara las riendas de su escape en caso de un operativo militar o un ataque de sus enemigos.
“Le dije que mis hermanos habían tomado cursos para volar helicópteros y eso les servía mucho para su seguridad, porque si uno tenía un incidente fuerte podía salir, ir de una montaña a otra”, recordó.
En 2007, Cifuentes comenzó a frecuentar a Guzmán en la sierra de Sinaloa. Lo llevaban en avionetas hasta una pista clandestina cerca del escondite del narcotraficante. En esa época, el primer encuentro se pactó después del asesinato de su hermano mayor, Francisco, jefe de su familia criminal. Se acercó al capo por varios asuntos pendientes: vengar el homicidio, ocuparse de una deuda de 10 millones de dólares y asegurarse que ambas organizaciones seguirían trabajando.
Aquella vez, según su testimonio, lo recibieron unos 50 pistoleros, quienes lo llevaron hasta una casa. Después de darle sus condolencias por la muerte de Francisco Cifuentes, Guzmán le expresó “que lo mejor era ponernos a trabajar” y le pidió ver a la viuda de su hermano. Ese pedido lo metió en aprietos, dijo, porque aquel “tenía cinco esposas”.
Finalmente, Alex Cifuentes llevó hasta la sierra sinaloense a su cuñada Patricia Rodríguez, quien discutió con el capo sobre la venta de dos fincas en Colombia -una de las cuales tenía una pista de aterrizaje- por 9 millones de dólares y su colaboración en el tráfico de un cargamento de tres toneladas de cocaína.
Después regresó a las montañas para llevar a un productor de cocaína que conversó con Guzmán sobre un envío de 10 toneladas en la cual el mafioso mexicano trató de sacar la mejor parte “como buen negociante”. Y volvió con otro colaborador para conversar sobre el trasiego de dinero: “Joaquín le dijo que tenía 40 millones de dólares para bajar (enviar a Sudamérica) mensualmente”, aseguró Cifuentes.
Ya para diciembre de 2008, la amistad entre ellos se reflejaba en la ayuda financiera de Guzmán para que su hermana Dooly comprara una avioneta que llegó cargada de droga a Campeche, México. “Muy amablemente le dio la oportunidad a mi hermana”, expresó agradecido.
Huyendo en la sierra
Alex Cifuentes, quien comenzó en el negocio del narcotráfico “desde niño”, aceptó colaborar con el gobierno de EEUU tratando de reducir una sentencia que lo pondría tras las rejas por el resto de su vida. Se ha declarado culpable de los cargos de producción y conspiración para traficar cocaína. Dice que siguió el consejo de su hermano Jorge, con quien habló por teléfono a finales de 2014. Alex Cifuentes estaba preso en Colombia y su hermano Jorge en EEUU.
“Me dijo que con los americanos debería confesarme como confesarme con Dios. Porque si decidía irme a juicio él sería el primero que se iba a sentar y testificar en mi contra”, le advirtió.
El menor de los Cifuentes ya se había mudado a la sierra sinaloense cuando ayudó a que el cartel tuviera un efectivo sistema que protegió las comunicaciones de sus principales operadores. El técnico que se encargó de establecerlo, Christian Rodríguez, contó que en una de sus visitas al Triángulo Dorado, le tocó huir con Guzmán y Cifuentes para evitar que los arrestaran militares mexicanos.
“Caminamos por las montañas por tres días”, contó Rodríguez este jueves, explicando que el Ejército usó helicópteros en el operativo. Mientras él estaba “muy mal”, el capo sinaloense lo tomó como algo cotidiano. “Él siempre estaba muy calmado, muy seguro y muy tranquilo”, aseguró el técnico. Tres días después, todos llegaron hasta un escondite en Culiacán.
Ese moderno sistema de mensajes y llamadas encriptadas que instaló Rodríguez, un informante del FBI, terminó recolectando pruebas electrónicas que ahora usa la Fiscalía para hundir penalmente a Guzmán.